con Orlando Mellino, un joven con empuje, carácter y convencido de sus ideas, que destacaba entre sus pares. Su habilidad extrema le permitió independizarse y forjar su camino.
Superando con constancia y tenacidad los distintos obstáculos, finalmente logró alquilar una residencia en Constitución, compró hornos, maquinaria y con la importante colaboración de Aceros Boheler formó a una gran cantidad de “resorteros”. En 1946, comienza la producción bajo el nombre de BOMECA, un juego de palabras, que por un lado guarda las primeras sílabas de quienes lo ayudaron a dar los primeros pasos y al mismo tiempo incluye el “ME” de Mellino, en el club de sus amores.